Javier Vélez Reyes

Frecuentemente transitamos hacia nuevas generaciones tecnológicas bajo la falsa creencia de que estamos transformando los negocios sin advertir que estos cambios pocas veces responden a verdaderas necesidades de los clientes.

La proclamada inteligencia artificial es obscenamente simplista en su procedimiento. Sólo una ingente cantidad de datos la convierte en una herramienta asombrosa. Si no disponemos de datos de calidad no disponemos de inteligencia.

Con frecuencia los clientes demandan soluciones para igualarse a sus competidores. Sin embargo es nuestra responsabilidad mostrarles todas aquellas opciones que ofrece la tecnología hoy para construir un mañana más eficiente y prometedor.

Dentro de pocos años, el activo de entrega en los procesos de desarrollo de software dejara de ser el código fuente mantenible y cuidado para pasar a ser un activo generado cuya construcción de dirigirá por un diálogo interactivo e intencional.

Cuando hablamos de transformación digital frecuentemente se piensa en un cambio generacional de la tecnología y los procesos de negocio. El mayor valor de estos esfuerzos está, sin embargo, en el racional del propio cambio en sí mismo.

El esfuerzo de los arquitectos de software de los próximos años no consistirá en la creación de nuevos canales para atraer el tráfico de clientes sino de crear procesos que nos acerquen a aquellos canales donde los clientes quieren estar.

La computación en la nube ofrece grandes ventajas competitivas a las organizaciones. Sin embargo, el solapamiento funcional, la ruptura UX o la fuga de datos son riesgos importantes que es necesario mitigar aplicando diseños defensivos.

El valor diferencial de la inteligencia operativa y los procesos de negocio hace tiempo que se perdió en base a la externalización y la estandarización homologada. Nuestro valor, hoy por hoy es crear corporaciones donde el dato sea el producto central.